Definitivamente soy yo

Llego nervioso, espero un tiempo corto, qué atrevimiento de mi parte pienso. Me anuncian. Pase, te está esperando, me dice el conserje. Son como las 8 de la mañana, cruzo el counter, y desde el fondo de un pasadizo reducido aparece Susana extendiendo sus brazos y me llama como quien recibe a un amigo muy querido. ¡Pablito! estirando la i y con entonación que da ternura. Me abraza, me dejo abrazar.

 

La voz de Susana tiene un poder, envolverte el alma con la suavidad y sutileza de una seda. Luego te desarma. Indefenso, te agitas, palpitas, recibes el querer, la existencia es tuya, brillas. Pero Susana no solo es una voz que canta, es una conciencia que resuena. Una voz que lucha. 

De quien pide identidad en un país que discrimina y todo lo maquilla banalmente. 

Develo su retrato, la observa de cerca, la examina, sí soy yo, definitivamente soy yo, asienta. Ese tipo de aprobación me evoca un pensamiento. Tal vez esa sea la gran exigencia de su arte, mostrar la belleza de la sinceridad y el valor de quien pide identidad en un país que discrimina y todo lo maquilla banalmente. 

 

Luego de unas historias, interrupciones naturales de un jueves por la mañana previo a dos conciertos y un tour por europa, le pido si puedo abrazarla de nuevo. Sí, ahora soy yo quien abraza.

No pintes mi país color de rosa

Hay una letra que entona Susana del poeta Alejandro Romualdo que en una parte dice: Pero no pintes con un solo color de rosa las llagas de mi pueblo. Que tus pinceles pasen sobre mi país ásperamente, como los vientos de la sierra, de la sierra color furia y que pinten los árboles y el cielo color de rabia, y la tierra robada color de llanto y mi casa y mi corazón color de fuego, color de combate, color de esperanza.

De qué color pintar

Salgo de su edificio y la conciencia me interroga con esa letra. Claramente no se trata de un color. Se trata de una mirada, de una concepción sustancial de lo que somos, completa; aceptando que, como toda realidad, será áspera y dolorosa. Sin eso es fácil tropezar con colores que la trivializan. Cobran fuerza sus palabras mientras camino por Malecón Grau, “definitivamente soy yo”. Mirada que quiere verse. País que necesita entenderse.